Yo te siento en los metales
en el acero de los grifos
o el calambre de las tuercas.
Me clavo como un gato
erizadas las antenas y las almas.
Langosta, minerales y fluidos.
Eso soy. Hasta tus papilas.
El rencor amarillo es bilis.
Las uñas manchadas de tabaco.
Esa delgada línea que se ladea
líquida aguja o tren directo
al desagüe.
Arterias convertidas en alambres
palpando ángulos de casi vidrio
pesadísimos los codos en los muslos.
Tal vez es que me calmo con
la boca diciendo:
mea culpa
pero no salpiques.
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