miércoles, 27 de octubre de 2010




Como un viento que se agita
 
dentro de la cárcel de los ojos
 
las uñas arañan en vano, resbalando,
 
el iris, la córnea los escupe.

 
Subidos a la cárcel de los ojos,
 
sobre su superficie brilla el sol
 
y las rejas de esta cárcel
 
de los ojos.
 
 
Subidos a este pozo sin aire,
 
este pozo de aire
 
donde hace frío y huele a hielo.
 
Subidos a esta cumbre de cárcel,
 
de ojos que son cárcel.
 
 
De ojos jaula donde un pájaro seco,
 
caído a los adentros, siempre
 
seco,
 
reposa como una cáscara más,
 
con la boca abierta, en esa
 
expresión ya sin nada atrás.
 
 
Reposa como estas nubes
 
sobre la superficie de los ojos.
 
Como estas nubes resbalando

entre las uñas sin ver ya.


Demócrito de Abdera es este aire
 
que seca mis ojos en la jaula,
 
en la jaula donde reposa muerto el pájaro,
 
muerto como las nubes.



Yo tengo al lenguaje

metido en el hígado,

con las puntas de los dedos

toco el relieve de las letras

marcadas en mi piel

como un musgo floreciente,

como un sudor frío adherido

al hueso de la cadera y las costillas

sobre el que repaso con el ansia

de las puntas de mis dedos

sobre las letras

marcadas en la imposibilidad

del lenguaje.


Me asomo al balcón

y la ciudad líquida ondula.

Las farolas líquidas,

los pájaros líquidos sobre

las formas contingentes

de los edificios que vibran

en esa superficie metálica,

azul y aluminio de las formas marinas.

La lluvia amarga,

la tez pesada,

los ojos grabados

en la desesperanza.

Me lanzaría a andar por la calle

contemplando los edificios como

enormes esculturas líquidas,

los monumentos, las

temblorosas estructuras 

de las que se desprende

el omnipresente silencio amenazante

de que todo pierda su equilibrio

y nos inunden bandazos de olas

que con furia, y librándose 

de su contenida memoria,

se reúnan en una marea infinita,

volviendo a su unión

y su naturaleza dispersa.

pelusa


Esperar,

hay que esperar.

Para cenar,

para

hablar contigo hay que esperar.

En esta hora muerta

podría hacer otras cosas,

pero

qué?


Demasiado tarde

para comprar algo, demasiado

tarde para el sol,

de aquí en adelante

se viene la noche.

Demasiada desidia 

para todo lo demás.


Cuando llega entonces

el momento,

es siempre tarde.


Colgaré la ropa . Entonces

Barreré, bajaré a ver

la nada.

Me colgaré con la ropa

de las cuerdas como

una piel mojada,

ondulada por el viento.

Me enredaré entre los

pelos de la escoba,

envuelto en una pelusa

más,

en una pelusa

como tu nombre.

Como el mío.

la fin



Dentro del huevo

vacío de ostra.

Abisal

la línea luz

siendo por no ser.

La fin.

La línea fin sobre

la cáscara

es tu nombre


cuánto desorden de niebla

gritando blanco.