Yo tengo al lenguaje
metido en el hígado,
con las puntas de los dedos
toco el relieve de las letras
marcadas en mi piel
como un musgo floreciente,
como un sudor frío adherido
al hueso de la cadera y las costillas
sobre el que repaso con el ansia
de las puntas de mis dedos
sobre las letras
marcadas en la imposibilidad
del lenguaje.
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