martes, 12 de febrero de 2013



La memoria

reside en la mandíbula.

Desde lejos quiere parecerse al cuchillo.

Quiere rivalizar con las venas

la negrura del ocaso del órgano.

La carencia ensimismada de la falta,

de la ausencia.


Someterse al infarto de todo.



A veces el dolor recapacita, a veces

el diente mueve un nervio

que mueve al dolor.

El cuchillo retrocede.

El viento sale del cuerpo

como una raíz sale de la tierra,

y hacia atrás se vuelve al bosque

de árboles tan juntos

que ninguno se permite la caída.


A veces el dolor vuelve al dolor.

Porque todas las fotografías de este mundo

acabarán ardiendo.

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