Cada sonido de uña contra uña
es un segundero roto en cada crack
en cada golpe de metrónomo,
constante, pendular, exacto.
Es como las vías del tren,
o la cremallera que nace de tus pechos.
Yo voy colgado de las paredes
de las sombras,
y tras todo y en todo está tu voz,
aunque me escape por las grietas
estoy prendido de tus pasos regulares,
del ritmo de las vértebras
o de los martillazos de la calle
en las cabezas de los clavos.
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