Vengo con las ansias
por detrás del cuello
tirando hacia adelante
con los huesos por bandera.
Vengo por entre las orquídeas
y los racimos de lágrimas
de tu lengua azul,
y tu pálido semblante
semblante de amapola pálida.
Vengo goteando el alba
con la noche enredada a las costillas,
sobre la capa ósea
el nocturno fuel; y es que todo
este furor incesante no vale escribirlo.
Entonces salimos a la calle.
Y vamos andando con la sonrisa
de la violenta felicidad,
cuyos tentáculos ejercen sus presiones
contra la ciudad en llamas,
cargando y amasijando
mientras nuestras calaveras
no aguantan de la risa,
y el narcótico, y el aire, y la pisada,
desplazan a gritos la poesía,
y así creemos por minutos descansar.
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