miércoles, 6 de octubre de 2010

tu rayo blanco




Guardo el calor, esa

evanescencia de tu risa.

Es como un rayo blanco

que entra, se agrieta

y desaparece.

Es esa niebla, tus encías,

los dientes, todos,

veo la manera que tienen

de alinearse.

Y antepongo, porque

no tengo otra sensación

más que la que oí

a aquel viejo:
 
vulnerabilidad.

Pero insisto,

la antepongo

al asco, asco,

el asco, rojo y negro.

Por sacarme de él

ruedo hasta el mar

a verte de nuevo

el rayo blanco.

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